Voy a morderte los labios a cada milésima de segundo. A clavarte mis pupilas como si fueran chinchetas. Te demostraré lo mucho que te quiero y lo que me importas. Mandaré a mis labios de excursión por tus orejas susurrando palabras sin sonido. Para el reloj. Me importa una mierda la hora que sea. Si es de día o de noche a nosotros no nos afecta. Lo único que importa somos tú y yo. Súbete conmigo a esa montaña rusa donde el ritmo marca los latidos de mi pecho. Donde tú y yo lo único que tenemos que hacer es dejarnos llevar. Donde voy a quererte hasta la última letra de tu nombre. Porque eso es lo que me apetece hacer hoy, y todos los días de mi vida.

Qué bonito es saber de ti nada más despertar. Escuchar tu voz. Te juro que si pudiera elegir cómo despertarme todos los días por la mañana, elegiría despertarme con tu voz. Esa voz tan especial. Esa voz que me provoca ese cosquilleo en el estómago. Tu "Buenos días amor" es el perfecto despertador.
Y así es cómo tú me alegras los días. Con solo oír tu voz haces que sonría. Me haces feliz.
Sin duda, tú me haces ser mejor.

Tú me haces sentir cada día que soy alguien especial.

Sé que no soy la única que siente un cosquilleo cada vez que habla con la persona que más quiere, que no soy la única a la que la despiertan con un "Buenos días princesa", que no soy la única a la que le dicen te quiero cada día, ni lo guapa que es aunque lo niegue siempre. Pero lo que sí que sé, es que todo eso me crea una sensación inigualable, que solo consigue hacerme sentir él. Son pequeñas cosas que para mi significan muchísimo y que no cambiaría por nada del mundo. Y a todo esto sumarle los kilómetros, las ganas de darte un abrazo, de besarte, de mirarte a los ojos, de cogerte de la mano... Solo me queda un mes y poquito para verle, para estar con él y poder cumplir todo lo anterior. Y desde ese momento marcar un infinito.